sombras de oriente
ás allá del patio se eleva la luna; más acá de la luna, en el patio, se elevan dos palmeras. Entre el patio y la luna, en lo alto de las palmeras, ningún coco, ningún dátil. Sí un aire musulmán: bajo la misma luna que flamea en otros desiertos, un rezar que llega desde una mezquita cercana al patio de muros grabados por los cinceles del Islam: patio interno de palmeras estériles, meca de un mohammed de barrio bajo un cielo inscripto por la mano de Alá.
En la profundidad del jardín de palmas levemente móviles, una sombra fugaz desafía a la ley. Su nombre no será aquí ni alabado ni despreciado. Inútil juzgar a ese alma vestida de sombra. Mejor dejarse perturbar por su hechicera mirada desnuda, ventanita de Oriente a mil y un juegos de alcoba.
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