domingo, 7 de enero de 2007

el pez horizontal

isteriosas fuerzas tal vez lunares lo hacen subir flotando por entre el basural: su trompa va rozando las suelas de los pares perdidos, el látex usado, el plástico vaciado. Su putrefacción es despareja: las branquias se descoloran una bajo el agua, la otra bajo el sol. El pez horizontal va, arrastrado, remontando la mugre flotante, hasta ninguna estación de desove; y vuelve, traído por alguna corriente, bajando las aguas turbias que deciden por él, cruzando las estelas óxido y levemente aceite quemada. Será, luego de las aves carroñeras, blanco excremento decorando los muelles. Será, el resto, la infinita sal del océano.

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