martes, 16 de enero de 2007

fragmento cualquier

efine tres o cuatro elementos y allí seré en alguno de mis fragmentos. Por ejemplo dime paraíso en flor y gato gris de manchas barro, o gato y niña mujercita de doble trenzaje hermosa. Triangula y en el centro me tendrás, la mano sobre el papel, las migas, el mantel. Se me va por las ramas el último sol, no último aún de crepúsculo pero ávido de dejarme en la sombra. Lástima bandoneón, que trencitas y manchita se reúnen y se van, abandonándome a otra felicidad menos completa. Y qué, si el árbol sigue siéndome, si entre tanta figurita verde soy follaje y soy cielo, si en el cuadriculado verditono del mantel soy mesa, raíz y tierra. Qué cabrón sentir que algún dolor debería aquí colarse, pugnando por balancear en no sé qué ficticia justidad la circunstancia futura de sufrires seguros pero que qué importa predecir. Carpe diem exagerado; aterriza, olvida, hazte hombre con hache muda y otras cinco letras bien puestas. Fíjate que allí vuelve tranquilo manchita a ofrecerte erizado de líbido el lomo desde la oreja al rabo, con en su pelambre todavía guardando cálida la trenza y su delicada caricia, nada más invisible a la retina imperfecta que si apenas capta un pedacito de apariencia.

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