jueves, 4 de enero de 2007

de nadas

ato tras rato hoy todo muy casto de mente: pienso trivial en nadas que se suceden sin conformar ningún algo. Fila que te fila india de nadas que no dejan rastro, o si apenas un vago eco que no más repercute que en la amplificación del vacío. Ni música, ni arabesco, ni cosa alguna que deje huella en el aire estático entre dos orejas. Ni ganas de a esas miserias rayarlas en mamarracho sobre la mesa.
Me preguntaría de poder a qué sirve el tiempo éste, lánguido, como muerto, difunto de sueño y voluntad, aplastado de acción, recuerdo, placer, bronca. ¿Esto lo dicho es ya reacción? Lo sea o no, me aprofunda en la inútil causa. Me preguntaría de volver a poder a quién no fomenta sino a éste mismísimo indiscurrir: temo, porque improducir es tabú del mundo, aunque puede que puertas adentro sus autoridades nos toleren excepciones, ya noveladas o televisadas, ya simplemente las más libres e improvisadas en un pedazo del cielo-yeso de un cuarto. Qué imposible creer en las dulceces de atajo alguno en el calendario. Tanto como esperar un perfecto paralelo de otra nada donde en conjunto el devenir se detenga feliz y allí con ella yo me anule.

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